Vivimos hoy en una sociedad en la que existen enormes niveles de miseria. No me refiero únicamente a la miseria material que significan la falta de trabajo, de recursos, de vivienda y de alimento, miseria que sufren millones y millones de hombres, mujeres y niños.Me refiero, principalmente, a la miseria humana del resto de nosotros: de políticos y millonarios, de encargados de empresas, medios de comunicación, partidos, sindicatos e iglesias. Miseria del hombre y de la mujer promedios. De vos y de mí. ¡Miseria nuestra!Sufrimos hoy de una terrible falta de comprensión, empatía, compasión, y lo que es aún peor, de interés.Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas1, el hambre mata más personas que el SIDA, la tuberculosis y la malaria juntas. Alrededor de 800 millones de personas no tienen alimentos suficientes. Casi la mitad de las muertes en niños menores a 5 años son causadas por nutrición deficiente. Más de 3 millones de niños mueren cada año por hambre y causas relacionadas al hambre. ¡1 niño muere cada 10 segundos por falta de acceso a una nutrición suficiente y saludable!Y la verdadera tragedia es que esto ocurre al tiempo que existen suficientes recursos en el mundo como para tratar la desnutrición crónica de millones de personas. Según el informe más reciente de Oxfam, «Una economía al servicio del 1%»2, publicado en enero de este año, para combatir con éxito la pobreza, es ineludible hacer frente a la crisis de desigualdad: los 62 individuos más ricos tienen más riqueza que la mitad de la población mundial, ¡más que unos 3.600.000.000 de personas! El informe también señala que por primera vez se puede demostrar que ¡el 1% más rico de la población es aún más rica que el restante 99%! Y esa riqueza no se usa tanto para ayudar a los más desvalidos (tan necesitados), como se usa para manipular el juego político y económico para seguir recibiendo aún más beneficios, por encima de lo ya acumulado.Ahora bien, me gustaría postular la siguiente idea: aunque existan inmensas cantidades de dinero en circulación, el mundo es inmensamente pobre, inmensamente mísero. ¿De qué sirve tanta riqueza, de qué sirven los millones y millones si hay hombres, mujeres y niños que mueren de hambre, de falta de agua potable, de falta de los recursos más básicos, de falta de acceso a la salud y la educación? ¿De qué sirve que haya tanto si tantos miles y millones mueren cada año, en última instancia, de pobreza? ¡Cuán horrendo es que, existiendo tanta riqueza (y habiendo tanto potencial), los millones y millones almacenados y guardados valen tan poco, ya que quienes más los necesitan se hallan tan lejos de acceder a ellos!Cuando se piensa en asuntos económicos, se suele hacer en términos simples: sabemos que 1.000 pesos son 1.000 pesos. Que 10 pesos son menos que 1.000. Que 1.000 son menos que 1.000.000.Pero… ¿no es claramente evidente que 10 pesos que alimentan a un hambriento son inmensamente más valiosos que 1.000.000 en la cuenta bancaria del individuo más rico?