Editorial #2
El peregrino viaja ligero.
En los últimos 12 meses nuestro equipo de trabajo se ha mudado muchas veces. Nuestra convicción de itinerancia irreverente nos ayudó a descubrir que los muebles suelen ser un problema: a veces no son estructuras lo que nos detiene, sino que cuesta desprendernos de los muebles. Una heladera, una mesa, un sillón. Las bicicletas, el piano, un amplificador. A dónde vamos no podemos llevarlos, ¿entonces qué hacemos?
Hay objetos que valen por su historia, hay historias que viven porque se conservan objetos.
Esos vestigios son capaces de construir identidad: un libro, una foto, una canción, un centro cultural que funcionó en un templo evangélico abandonado. Sólo hay que tomarse el tiempo de mirarlos, escucharlos, habitarlos y disfrutarlos, para poder llevarlos en la memoria cuando haya que seguir el viaje.
Piedras de tropiezo en arenas movedizas.
En vísperas de los 500 años de la Reforma Protestante nos encontramos en el tiempo oportuno para movernos, para salir, para encontrarnos. La participación de “los evangélicos” en la vida social y política en los últimos años ha sido una protesta reformante, exigiendo que todo vuelva a ser “como era antes”; para nosotros se trata de seguir los pasos de Aquel que hace nuevas todas las cosas.
Mientras en el mundo las fronteras humanas se borran por la guerra, el hambre y las catástrofes naturales, algunos evangélicos (muchos) se niegan a moverse de sus tradiciones, templos y organizaciones para hacer espacio a los que no lo tienen.
Construyen muros, rejas y doctrinas frente a la puertas del Reino y no dejan pasar a nadie que no cumpla con sus abusivos requisitos. Caminamos sobre arenas movedizas; cuando hasta el piso se mueve, la señal es clara.
Si estamos en el baile, bailemos.
Nuestro viaje es una peregrinación, una disciplina alegre de coordinación de los cuerpos y las ideas. Por eso se llama mudanza. En este número de la revista redoblamos nuestro esfuerzo de diálogo, de pluralidad y de acompañamiento a quienes llevan su identidad como una búsqueda: ¿Cómo estar en el mundo sin ser del mundo? Ese movimiento es un fenómeno al que nos arrojamos sin dudar, participando, pensando y creyendo juntos que lo mutuo muta, transformando lo individual y colectivo por igual. Ese nexo es un lazo que nos une, nos enreda y nos aprieta: Es el mismo Espíritu, que no tiene barreras, no discrimina, no juzga, no es ansioso, no impone su manera, olvida las injusticias pero no olvida el perfume de la hermosura. Cree sin criterio y ama por sobre todo ideal, concepto o simbología. Se adapta y es flexible, se deja amar imperfectamente. No exige ninguna ley pero la cumple por amor. Se goza por la presencia del otro pero no se enoja por su ausencia. Lo acepta todo y no requiere explicaciones. No lo sabe todo y se deja sorprender. Ama despojadamente.