Editorial #2

Wednesday, November 2nd 2016  — 
 Equipo Editorialeditorialhistoriaidentidad

El peregrino viaja ligero.

En los últimos 12 meses nuestro equipo de trabajo se ha mudado muchas veces. Nuestra convicción de itinerancia irreverente nos ayudó a descubrir que los muebles suelen ser un problema: a veces no son estructuras lo que nos detiene, sino que cuesta desprendernos de los muebles. Una heladera, una mesa, un sillón. Las bicicletas, el piano, un amplificador. A dónde vamos no podemos llevarlos, ¿entonces qué hacemos?

Hay objetos que valen por su historia, hay historias que viven porque se conservan objetos.

Esos vestigios son capaces de construir identidad: un libro, una foto, una canción, un centro cultural que funcionó en un templo evangélico abandonado. Sólo hay que tomarse el tiempo de mirarlos, escucharlos, habitarlos y disfrutarlos, para poder llevarlos en la memoria cuando haya que seguir el viaje.

Piedras de tropiezo en arenas movedizas.

En vísperas de los 500 años de la Reforma Protestante nos encontramos en el tiempo oportuno para movernos, para salir, para encontrarnos. La participación de “los evangélicos” en la vida social y política en los últimos años ha sido una protesta reformante, exigiendo que todo vuelva a ser “como era antes”; para nosotros se trata de seguir los pasos de Aquel que hace nuevas todas las cosas.

Mientras en el mundo las fronteras humanas se borran por la guerra, el hambre y las catástrofes naturales, algunos evangélicos (muchos) se niegan a moverse de sus tradiciones, templos y organizaciones para hacer espacio a los que no lo tienen.

Construyen muros, rejas y doctrinas frente a la puertas del Reino y no dejan pasar a nadie que no cumpla con sus abusivos requisitos. Caminamos sobre arenas movedizas; cuando hasta el piso se mueve, la señal es clara.

Si estamos en el baile, bailemos.

Nuestro viaje es una peregrinación, una disciplina alegre de coordinación de los cuerpos y las ideas. Por eso se llama mudanza. En este número de la revista redoblamos nuestro esfuerzo de diálogo, de pluralidad y de acompañamiento a quienes llevan su identidad como una búsqueda: ¿Cómo estar en el mundo sin ser del mundo? Ese movimiento es un fenómeno al que nos arrojamos sin dudar, participando, pensando y creyendo juntos que lo mutuo muta, transformando lo individual y colectivo por igual. Ese nexo es un lazo que nos une, nos enreda y nos aprieta: Es el mismo Espíritu, que no tiene barreras, no discrimina, no juzga, no es ansioso, no impone su manera, olvida las injusticias pero no olvida el perfume de la hermosura. Cree sin criterio y ama por sobre todo ideal, concepto o simbología. Se adapta y es flexible, se deja amar imperfectamente. No exige ninguna ley pero la cumple por amor. Se goza por la presencia del otro pero no se enoja por su ausencia. Lo acepta todo y no requiere explicaciones. No lo sabe todo y se deja sorprender. Ama despojadamente.

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Vivimos hoy en una sociedad en la que existen enormes niveles de miseria. No me refiero únicamente a la miseria material que significan la falta de trabajo, de recursos, de vivienda y de alimento, miseria que sufren millones y millones de hombres, mujeres y niños.Me refiero, principalmente, a la miseria humana del resto de nosotros: de políticos y millonarios, de encargados de empresas, medios de comunicación, partidos, sindicatos e iglesias. Miseria del hombre y de la mujer promedios. De vos y de mí. ¡Miseria nuestra!Sufrimos hoy de una terrible falta de comprensión, empatía, compasión, y lo que es aún peor, de interés.Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas1, el hambre mata más personas que el SIDA, la tuberculosis y la malaria juntas. Alrededor de 800 millones de personas no tienen alimentos suficientes. Casi la mitad de las muertes en niños menores a 5 años son causadas por nutrición deficiente. Más de 3 millones de niños mueren cada año por hambre y causas relacionadas al hambre. ¡1 niño muere cada 10 segundos por falta de acceso a una nutrición suficiente y saludable!Y la verdadera tragedia es que esto ocurre al tiempo que existen suficientes recursos en el mundo como para tratar la desnutrición crónica de millones de personas. Según el informe más reciente de Oxfam, «Una economía al servicio del 1%»2, publicado en enero de este año, para combatir con éxito la pobreza, es ineludible hacer frente a la crisis de desigualdad: los 62 individuos más ricos tienen más riqueza que la mitad de la población mundial, ¡más que unos 3.600.000.000 de personas! El informe también señala que por primera vez se puede demostrar que ¡el 1% más rico de la población es aún más rica que el restante 99%! Y esa riqueza no se usa tanto para ayudar a los más desvalidos (tan necesitados), como se usa para manipular el juego político y económico para seguir recibiendo aún más beneficios, por encima de lo ya acumulado.Ahora bien, me gustaría postular la siguiente idea: aunque existan inmensas cantidades de dinero en circulación, el mundo es inmensamente pobre, inmensamente mísero. ¿De qué sirve tanta riqueza, de qué sirven los millones y millones si hay hombres, mujeres y niños que mueren de hambre, de falta de agua potable, de falta de los recursos más básicos, de falta de acceso a la salud y la educación? ¿De qué sirve que haya tanto si tantos miles y millones mueren cada año, en última instancia, de pobreza? ¡Cuán horrendo es que, existiendo tanta riqueza (y habiendo tanto potencial), los millones y millones almacenados y guardados valen tan poco, ya que quienes más los necesitan se hallan tan lejos de acceder a ellos!Cuando se piensa en asuntos económicos, se suele hacer en términos simples: sabemos que 1.000 pesos son 1.000 pesos. Que 10 pesos son menos que 1.000. Que 1.000 son menos que 1.000.000.Pero… ¿no es claramente evidente que 10 pesos que alimentan a un hambriento son inmensamente más valiosos que 1.000.000 en la cuenta bancaria del individuo más rico?

Despedimos un año de despertaresDonde los ironías se volvieron tristezay la angustia movimiento.Donde la movilización fue banalizaday unos pocos secuestraron a Diosperpetuando el ciclo:Mes a mes. Miedo a miedo.

Hay una frontera quealguna vez fue señaladaen un terreno de arenapara ser olvidadapero alguien la vióy ya hay una historiay esa historia de fronterasnos recuerda dos lugaresposiciones;el lado de las piedraso de la gracia.

El pasado verano se realizó “Fronteras” como parte del E.M.U en las afueras de la ciudad de Córdoba. El tema del encuentro fue “¿Cómo atravesar aquello que nos separa del otro?” Un grupo de 30 personas asistieron a los talleres sobre temáticas que trataban sobre las dimensiones sociales, políticas y culturales que rodean a la espiritualidad cristiana en el Siglo XXI.

Carta a Diogneto
Wednesday, November 2nd 2016
 anónimoespiritualidadhistoriaidentidad

Autor y destinatario desconocidos. Siglo II. Tal vez escrita por Cuadrato, obispo de Atenas, y dirigida al emperador Adriano, antiguo arconte de Atenas en el año 112.

Dios mío
Wednesday, November 2nd 2016
 Josías Acostafeidentidadpoema

Tanto miedo junto, solo significa paz.Tanta libertad de golpe y no me atrevo a escapar.¿No puedo vivir sin cadenas?No puedo sostener una mentirani puedo entender la ironía:“¿Qué necesidad?”¿Cómo cambiar todo por una promesa?No espero que me entiendan.Tan solo no tiren a matar.

Cuando empecé a escribir y pensar la pluralidad, en cierto marco de ingenuidad, me movilizaban algunas euforias del tono celebratorio que había en torno al discurso del pluralismo. Corrían los últimos años de los 90’ y en mí se proyectaba la imagen de que, despejando ciertos equívocos que se sedimentaban fácilmente en la cultura por el peso de viejos discursos, podían darse unas interesantes relaciones dialógicas entre fe y los otros campos discursivos que “garpan” como preponderantes en la contemporaneidad: arte, ciencia, filosofía. Tenía veintitantos de años, me había leído el abanico de discursos que “asediaban” la modernidad (concepto de Sebrelli), a Feyerabend (principalmente) y los otros filósofos que deconstruían la autoridad “unívoca” de la ciencia (Khun, Lakatos). Había transitado los principales ejes postestructuralistas y observado que era cierto, los fundamentos sobre los que descansaban los últimos tres siglos de conocimiento habían sido relativizados, mostrados como convenciones y construcciones discursivas de un grupo de cerebros. Ideas, que además se habían impuesto con coacción y poder. Había visto Matrix, leído Los invisibles (Morrison), From Hell (Moore), 1984 (Orwell) y varios afines más, todo por la misma época. Sobrevolaba en los aires un cierto entusiasmo intelectual a fines de los 90’, mi interpretación, o apropiación, de esa “celebración” tenía que ver para mí con la instauración del pluralismo como plataforma retórica sobre la cual construir la cultura. La racionalidad estaba buena, buenísima en realidad, pero no era más que una tradición entre otras (Feyerabend).

Ocurre espontáneamente, de modo tan imprevisto que es una constante. No esconde segundas intenciones, ni resiste la crítica de un ojo experto: simultáneamente alberga todas las interpretaciones, caja de Pandora de la hermenéutica moderna.

El vocablo “espiritualidad” tiene que ver con “espíritu”. Una “espiritualidad” vendría a ser por lo tanto una forma de “ser espiritual”. Y como hay muchas formas de “ser”, entonces podríamos hablar de muchas espiritualidades. Pero para la presente reflexión vamos a concentrarnos en la espiritualidad bíblica, más específicamente cristiana ya que hablaremos de Espiritualidad y Discipulado. No resulta fácil hoy en día unir estas expresiones: tendemos a separar una cosa de la otra. Colocamos a la espiritualidad como una experiencia interior, y al discipulado como una experiencia exterior. Una subjetiva, y la otra objetiva. De allí muchas de las crisis maniqueas o deocetistas que experimentamos actualmente. Vemos que muchas comunidades renovadas de “alta experiencia espiritual”, reflejan en su praxis lo que pareciera a veces una proyección bastante incoherente del Jesús de los evangelios. Otro tanto ocurre en las iglesias más tradicionales, al respecto nos dice Leonardo Boff:

Sumergido bajo la ley del consumo, sobrevive a duras penas el hombre, endeudado a más no poder, comprando para ser alguien dentro del status, dentro de la élite que nos vende la TV, los flashes, los clichés y demases óxidos que carcomen la conciencia del hombre. La clase media -que se le denomina así (y ella así lo cree) porque posee más propiedades que la clase baja- y la clase baja -que se avergüenza de su dignidad- se combaten mutuamente: así resucitan el viejo y macabro sueño de Thomas Malthus, quien a fines de 1700 había propuesto acabar con la pobreza exterminando a los pobres.

Ellos se preguntan por qué… ¿Por qué, si hablan de amor, no aman?¿Por qué nos piden que nos arrepintamos siempre a nosotros?¿Por qué es pecaminosa nuestra cultura?¿Por qué nuestra sabiduría ancestral no valida como inteligencia?¿Por qué nuestros modos están mal y también nuestras formas?¿Por qué el dios que los acompaña y que no se ve se ensaña con la tierra…… y con los ríos… y con el monte… y todos sus habitantes?¿Por qué se adueñan de lo que no tiene dueño?¿Por qué sus descansos son descansos y los nuestros perezas?¿Por qué están sedientos de poder y no de agua?¿Por qué sus imposiciones esclavizan?¿Por qué indican y no preguntan?¿Por qué su intimidad es cercada y la nuestra expuesta?¿Por qué ofende nuestra desnudez y no sus hipocresías?¿Por qué ostentan vestimentas costosas y comidas suculentas?¿Por qué sus ojos desprecian nuestra piel, nuestras risas y nuestros motivos?¿Por qué sus sobras se tiran y no comparten sus platos?¿Por qué están gordos de egoísmos?¿Por qué nos llaman infelices si ni siquiera ríen?¿Por qué solo son personas los parecidos a ellos?¿Por qué condenan nuestra moral mientras se enseñorean de nuestras niñas?¿Por qué prostituirlas, por la fuerza, ya no es pecado?¿Por qué se pagan con existencias sus caprichos?¿Por qué sus palabras difíciles, y su libro, contradicen sus gestos? ¿Por qué su verdad se tiene que meter forzada en nuestras vidas? ¿Por qué? ¿Por qué pasan los años y todo sigue siendo igual?

Jesús afirma mi valor infinito como hijo de Dios.