Dios mío

Wednesday, November 2nd 2016  — 
 Josías Acostafeidentidadpoema

Tanto miedo junto, solo significa paz.
Tanta libertad de golpe y no me atrevo a escapar.
¿No puedo vivir sin cadenas?
No puedo sostener una mentira
ni puedo entender la ironía:
“¿Qué necesidad?”
¿Cómo cambiar todo por una promesa?
No espero que me entiendan.
Tan solo no tiren a matar.

En la proposición “matar o morir” se encuentra la justificación máxima del existencialismo sartreano: mi corporeidad es el nicho donde la realidad hace eco. Esa vibración interior de lo real es una conversión, interpretación, traducción que nuestro organismo realiza independientemente de nuestra racionalidad: Lo ojos ven, los músculos mueven, las voces suenan… y eso está bien.

El organismo humano responde al hambre, al frío, al sueño sin necesidad de que argumentemos… está, siente, duele. El cuerpo no ofrece respuestas a sus necesidades. Sin embargo, los estímulos no dejan de llegar y, en cierto modo, el cuerpo nos obliga a actuar: el llanto, la ira, la envidia, el salto, el grito… La necesidad no cesa. Y cuando debemos proveernos lo que el cuerpo nos pide, aparecen los problemas: hay cientos, miles de otros cuerpos a mí alrededor. Gritan, lloran, corren, ríen. Me empujan, me desafían, me roban. Yo los veo, los escucho ir y venir diciendo cosas: “vamos”, “tomen”, “lleven”… ¿Cómo saben lo que saben? ¿Cómo resolvieron el hambre, el frío, el dolor? ¿Por qué discuten, luchan y se matan?

Mi hambre es mío. Mi cansancio es mío. Mi frío es mío. He ahí una verdad existencialista. Me ven temblar, bostezar y escuchan mi estómago crujir. Pero el hambre, el sueño, el frío… son míos.

Vamos a trabajar” me dicen. “Ese hombre nos dará dinero a cambio de nuestro esfuerzo”, dicen.

¿Por qué ese hombre tiene dinero?” les pregunto. No saben, que eso qué importa, no seas vago. “¿Preferís el hambre, el sueño, el frío?
“Eso es problema mío” pienso. “¿Por qué mi necesidad es argumento para entregar mi tiempo, mi esfuerzo… a cambio de dinero?
“¿Dónde voy a encontrar hogar, salud y descanso?” les pregunto. Se ríen. “Sos un tonto… con el dinero se compran cosas reales: comida, abrigo, un techo…”
No quiero. Vayan ustedes.” Me miran. Están enojados. Se van en silencio.

He vivido terremotos. He pasado sed y frío. El agua se ha metido muchas veces en mi casa. Ratas y cucarachas caminaron insolentes en mi hogar. Alacranes y arañas se escondían entre las sombras. Soporto estoicamente. He llegado a vivirlo como una afrenta digna. “Soy pobre, pero honrado”: La sociedad respeta solamente si se vive la pobreza con resignación y reverencia.

Grito. Corro. Miro a los ojos a las autoridades. No les dirijo la palabra. Los ignoro, que es la moneda que me enseñaron a manejar: la indiferencia. Los mido, los analizo. No les tengo miedo. Me divierte que me teman. Quiero mi porción de poder. Si está tirado, entonces es mío: El poder que está tirado es mío. La calle es mía. No soy pobre, soy libre. No estoy abandonado, tirado: no soy basura que se puede reciclar. Aunque admito que huelo mal. Pero el olor es poder. Es más poderoso que los colores. Y voy a ocupar el espacio que me corresponde, si no me ven, mi olor les va a recordar que existo. Mi olor es mío.

La lucha es inútil. Todo se resume en el precio al que vendemos nuestra rendición. Algunos no luchan, se venden. Resistir es agotador. Resisto el golpe, la mentira y la humillación. Pero a mí, para vencerme, me van a tener que matar.

Entonces aparecen armas que nunca estuvieron a mi alcance: dioses, reyes, poetas, banderas, perfumes y una guitarra. Estaban ahí, con un precio. Los mercaderes de la fe fueron los únicos que se acercaron. Me ofrecieron un dios. Me lo regalaron: “no incluye baterías” decía el librito. Les agradecí. “Por acá se venden las pilas” me dijo uno que estaba en la fila, señalando un edificio… “no, gracias” le dije. “¿Qué pide por la guitarra?” pagué y me llevé una. De nuevo, estaba incompleta: “no incluye canciones” decía en el empaque.

Y seguí con un dios y una guitarra. El dios es mío. La guitarra es mía. Acompaña el hambre, el frío, el cansancio en las calles, que siempre serán del que las camine. Mi camino es mío. La incertidumbre, la esperanza y la soledad son mías.

Y en eso estaba cuando el dios me habló:
No sos tuyo, sos mío.
– Yo no soy de nadie.
– Y por eso sos mío, los que no son de nadie son los únicos que son míos.
– Yo no quiero ser tuyo, ni de nadie.
– Entonces tampoco seas tuyo.
– ¿Y vos de quién sos?
– Tuyo. Yo ya soy tuyo, ahora te toca ser mío: se llama Amor.

El dios me enseñó que resistir es amar. Cualquier otra lucha es morir en cuotas. El dios es mi sombra cuando camino, un hornero juntando barro después de un día de lluvia, abejas juntando polen… Viajar, un nido, la miel. Eso es amor; estuvo conmigo en la calle, cuando cantaba y tenía frío.

La esperanza y la fe brotan en mí, así como el agua más pura brota de las piedras. Soy lo que amo, el cuerpo es solo un medio para dar amor, para morir por lo que amo.

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Vivimos hoy en una sociedad en la que existen enormes niveles de miseria. No me refiero únicamente a la miseria material que significan la falta de trabajo, de recursos, de vivienda y de alimento, miseria que sufren millones y millones de hombres, mujeres y niños.Me refiero, principalmente, a la miseria humana del resto de nosotros: de políticos y millonarios, de encargados de empresas, medios de comunicación, partidos, sindicatos e iglesias. Miseria del hombre y de la mujer promedios. De vos y de mí. ¡Miseria nuestra!Sufrimos hoy de una terrible falta de comprensión, empatía, compasión, y lo que es aún peor, de interés.Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas1, el hambre mata más personas que el SIDA, la tuberculosis y la malaria juntas. Alrededor de 800 millones de personas no tienen alimentos suficientes. Casi la mitad de las muertes en niños menores a 5 años son causadas por nutrición deficiente. Más de 3 millones de niños mueren cada año por hambre y causas relacionadas al hambre. ¡1 niño muere cada 10 segundos por falta de acceso a una nutrición suficiente y saludable!Y la verdadera tragedia es que esto ocurre al tiempo que existen suficientes recursos en el mundo como para tratar la desnutrición crónica de millones de personas. Según el informe más reciente de Oxfam, «Una economía al servicio del 1%»2, publicado en enero de este año, para combatir con éxito la pobreza, es ineludible hacer frente a la crisis de desigualdad: los 62 individuos más ricos tienen más riqueza que la mitad de la población mundial, ¡más que unos 3.600.000.000 de personas! El informe también señala que por primera vez se puede demostrar que ¡el 1% más rico de la población es aún más rica que el restante 99%! Y esa riqueza no se usa tanto para ayudar a los más desvalidos (tan necesitados), como se usa para manipular el juego político y económico para seguir recibiendo aún más beneficios, por encima de lo ya acumulado.Ahora bien, me gustaría postular la siguiente idea: aunque existan inmensas cantidades de dinero en circulación, el mundo es inmensamente pobre, inmensamente mísero. ¿De qué sirve tanta riqueza, de qué sirven los millones y millones si hay hombres, mujeres y niños que mueren de hambre, de falta de agua potable, de falta de los recursos más básicos, de falta de acceso a la salud y la educación? ¿De qué sirve que haya tanto si tantos miles y millones mueren cada año, en última instancia, de pobreza? ¡Cuán horrendo es que, existiendo tanta riqueza (y habiendo tanto potencial), los millones y millones almacenados y guardados valen tan poco, ya que quienes más los necesitan se hallan tan lejos de acceder a ellos!Cuando se piensa en asuntos económicos, se suele hacer en términos simples: sabemos que 1.000 pesos son 1.000 pesos. Que 10 pesos son menos que 1.000. Que 1.000 son menos que 1.000.000.Pero… ¿no es claramente evidente que 10 pesos que alimentan a un hambriento son inmensamente más valiosos que 1.000.000 en la cuenta bancaria del individuo más rico?

A#%!
Thursday, November 22nd 2018
 Alexandru G. IchimLuchi Sánchezartesanalpoema

Todo es esperanza. Las cosas que más importan son invisibles, son silencios. El viento se mueve porque no sabemos cómo. Las abejas se enamoran porque no saben lo que hacen. Nos adaptamos a los climas, mares y tierras porque somos polvo. Al saber que no sabemos nada, es obvio, lo sabemos todo. Pero no lo admitimos. Alguien sabe más. Cada uno sabe algo más que no sabe el otro y el otro a su vez igual. ¿Entonces quién sabe ese “más”? Si no hay dos no hay uno. Hay a#%! que es incomprensible, por eso puedo amarte, puedo hablarte, puedo escucharte, puedo serte silencio, puedo ser con vos. La esperanza está en la forma.

Cosas maravillosas ocurren por fuera del asfalto.En el medio del desierto brotan fuentes de agua.El silencio del dogma frente al paraíso de la palabra que refresca, que circula.El Quicho: milagro posmoderno.No es el chorro lo que nos hace creer, es la existencia de otra forma de pensar la escuela.

Recordando a los evangélicos de Odessa, condenados a un cuarto de siglo de prisión en los años treinta por sus creencias y confinados por el estalinismo en los Gulag de Siberia. A todos los que sostuvieron su fe, a los que ayudaron a sus compañeros enfermos en los terribles inviernos siberianos, a los hermanos Adyigerey, cuyos hijos eran amigos de Lídochka en Odessa durante los años cincuenta, gracias y gracias totales hermanos evangélicos pentecostales de Odessa.

La visita (parte 3)
Monday, August 27th 2018
 Andrés Rumbollcuentofe

¡Rutinaria rutina! Nada más nocivo para la capacidad de asombro: rutina encarnada en rutina.

El edificio no importaEste templo Yo lo reconstruyo.

LaReforma Protestante que deforma el progre tanto.

Conocí a Irito en San Juan; estábamos en un pre-encuentro de estudiantes de Sociología. Recuerdo que un amigo en común, Pedro, me insinuó que era alguien con una sensibilidad especial… digamos, algo espiritual. No sé si en ese momento su ojo crítico ya miraba el mundo desde un pentaprisma, pero es una alegría incontenible saber que podemos mirar, al menos de manera estática, un poquito el mundo como ella lo ve: tan luminoso y delicadamente exuberante. Compartimos con ustedes la íntima percepción de aquellos seres que se buscan a sí mismos en el otro, en la distancia cómplice y poética de un foto.

De repente las luces se apagaron. La oscuridad se apoderó de nuestras miradas como un virus.La ceguera en los corazones llegó a los ojos.Las casas iban una a una entrando en la sombra. La sensación de desamparo se hizo certeza cuando, en las calles, los vecinos se veían por vez primera entre penumbras, para tratar de entender qué pasaba. Intercambiaron direcciones y reconstruyeron a su manera los hechos. Sabiendo que es la única manera de conocer.La respuesta estaba ardiendo sobre los cables. El Fuego no se consumía.Orgulloso en su insolencia, inoportuno y contundente como el amor, sublime y mágico. Total.El desconcierto se volvió señal para aquellos corazones atentos, respetuosos del Espíritu.Sin entender ni poder resolver nada, cada uno volvió a su refugio (cavernas vacías cuando la luz no las adorna) para que el sueño los ayudara a viajar en el tiempo.Nuestra especie sobrevive porque es la mejor adaptada para huir; hasta de sí misma.

Oración de Óscar Romero
Wednesday, April 19th 2017
 Ken Untenerfeoración

De vez en cuando, nos ayuda dar un paso atrás y contemplar el vasto panorama.El Reino no solamente está más allá de nuestros esfuerzos, sino que trasciende nuestra visión.Cumplimos en nuestra vida solamente una ínfima fracciónde la magnífica empresa que es la obra de Dios.Nada de lo que hacemos es completo, lo cual es otra forma de decirque el Reino siempre nos trasciende.Ninguna declaración expresa todo lo que puede ser dicho.Ninguna oración expresa totalmente nuestra Fe.Ninguna confesión deviene en perfección.Ningún programa lleva a cabo la misión de Cristo.Ninguna meta o serie de objetivos incluye la totalidad.Eso es lo que proponemos.Plantamos las semillas que algún día brotarán.Regamos las semillas que ya han sido plantadas,sabiendo que contienen una promesa futura.Echamos los cimientos que necesitarán posterior desarrollo.Proveemos la levadura que produce efectos más allá de nuestras aptitudes.No podemos hacer todo,y al darnos cuenta de ello nos sentimos liberados.Eso nos permite hacer algo y hacerlo muy bien.Será incompleto pero es un comienzo,un paso a lo largo del camino,y una oportunidad para que la gracia del Señor aparezca y haga el resto.Quizá nunca veremos los resultados finales.Pero ahí está la diferencia entre el maestro de obras y el albañil.Somos albañiles, no maestros de obra, ministros, pero no Mesías.Somos los profetas de un futuro que no es el nuestro.

Puente
Wednesday, April 19th 2017
 Josías Acostapoema

Entre nosotros un abismo. Por eso el puente.Nuestra distancia es un vacío, no se puede ignorar.Si nos separa o nos invita es incierto, lo sé.Pero lo cierto no moviliza ni hace crecer.Porque lo cierto, que te hipnotiza, no te hace cruzar.Si nos miramos no es que entendamos.Si nos peleamos es que tratamos.Si nos queremos no es tan terrible el abismo.Terrible es no cruzar por amarse mucho uno mismo.Si me invitás a dar el salto (dejemos el cinismo)sabé que es obvio que caiga y listo.No me invites a fallar. Por eso el puente.

Ambivalencia
Wednesday, November 2nd 2016
 Luchi SánchezVictoria Juncosfepoema

-hay cosas que no deberían decirse nunca-

Carta a Diogneto
Wednesday, November 2nd 2016
 anónimoespiritualidadhistoriaidentidad

Autor y destinatario desconocidos. Siglo II. Tal vez escrita por Cuadrato, obispo de Atenas, y dirigida al emperador Adriano, antiguo arconte de Atenas en el año 112.

El lugar era silencio. Todas las almas estaban cobijadas en sus hogares en muda armonía. Únicamente en los caminos y calles que juntan sus brazos en una inmensa red había vida. Las llamas de los faroles ardían intensa y apasionadamente. La extensa familia de insectos se escuchaba zumbir en canteros y surcos, algún que otro perro disputaba con su querida sombra y algunas aves desveladas componían hermosos cantos a la luna. Sin testigos, más que la noche, una acalorada llama escápose del farol abarcándolo por completo, cual viento de otoño que desviste las copas doradas de los árboles. Ninguna de las apagadas almas se percató del suceso hasta que la llama, poseyendo una rama cercana, tórnose en un árbol de fuego que se desplomaba al suelo echando crujientes ruidos. Tomados por asombro, algunos se asomaron con timidez, otros apresuradamente hasta que todos los vecinos de los vecinos, encendidos por el desconcierto, parloteaban a viva voz apoderados por el imponente fenómeno ante sus ojos. No estaban preocupados, sabían que el árbol de fuego se apagaría sólo al igual que una vela se apaga sóla una vez consumida. Murmurando entre ellos miraban el espectáculo entregados a un sentimiento desconocido. Al rato, cuando la llamarada cesó de arder, volvieron todos a sus humildes fincas también apagando las pequeñas velas, cuales parecían alumbrar vagamente el interior de sus casas. De madrugada, con la luna iluminando la oscuridad matutina, un alma despertó. Levántose de su cómodo lecho, sutilmente, para no despertar a los demás, y entregando su cuerpo al gélido frío, vístiose. Cual fantasma levitando, dirigió sus pasos atravesando la gris neblina hacia el hogar de su vecino, junto al cual, se hicieron mutua compañía compartiendo la predilecta infusión en el camino que lleva al corazón de la ciudad. Sol y luna siguieron rotando y al poco tiempo la neblina disípose con el arribo de un ligero manto celeste que cubrió el cielo. En pleno furor de la ciudad, el camino de los vecinos se bifurcó y cada uno se perdió en la marea de transeúntes a pie y en bicicleta, niños jugando, carros con caballos, mercantiles, artesanos, malabaristas y juglares, vagabundos y demás tipos de gentío, todos empujados o guiados por cierta inercia a cumplir —muchos con duro corazón y de mala gana— sus quehaceres de todos los días. Pululaban los callejones, calles, callecitas de aquella urbe con el alma cansada, parecido a quien, por no haber comprado aceite en el día y ya llegada la noche, no pudo encender las lámparas de su casa, cuales iluminan la entrada de su hogar y el camino por el cual circulan su cohabitantes.

Conocí a Irito en San Juan; estábamos en un pre-encuentro de estudiantes de Sociología. Recuerdo que un amigo en común, Pedro, me insinuó que era alguien con una sensibilidad especial… digamos, algo espiritual. No sé si en ese momento su ojo crítico ya miraba el mundo desde un pentaprisma, pero es una alegría incontenible saber que podemos mirar, al menos de manera estática, un poquito el mundo como ella lo ve: tan luminoso y delicadamente exuberante. Compartimos con ustedes la íntima percepción de aquellos seres que se buscan a sí mismos en el otro, en la distancia cómplice y poética de un foto.

Cuando empecé a escribir y pensar la pluralidad, en cierto marco de ingenuidad, me movilizaban algunas euforias del tono celebratorio que había en torno al discurso del pluralismo. Corrían los últimos años de los 90’ y en mí se proyectaba la imagen de que, despejando ciertos equívocos que se sedimentaban fácilmente en la cultura por el peso de viejos discursos, podían darse unas interesantes relaciones dialógicas entre fe y los otros campos discursivos que “garpan” como preponderantes en la contemporaneidad: arte, ciencia, filosofía. Tenía veintitantos de años, me había leído el abanico de discursos que “asediaban” la modernidad (concepto de Sebrelli), a Feyerabend (principalmente) y los otros filósofos que deconstruían la autoridad “unívoca” de la ciencia (Khun, Lakatos). Había transitado los principales ejes postestructuralistas y observado que era cierto, los fundamentos sobre los que descansaban los últimos tres siglos de conocimiento habían sido relativizados, mostrados como convenciones y construcciones discursivas de un grupo de cerebros. Ideas, que además se habían impuesto con coacción y poder. Había visto Matrix, leído Los invisibles (Morrison), From Hell (Moore), 1984 (Orwell) y varios afines más, todo por la misma época. Sobrevolaba en los aires un cierto entusiasmo intelectual a fines de los 90’, mi interpretación, o apropiación, de esa “celebración” tenía que ver para mí con la instauración del pluralismo como plataforma retórica sobre la cual construir la cultura. La racionalidad estaba buena, buenísima en realidad, pero no era más que una tradición entre otras (Feyerabend).

Editorial #2
Wednesday, November 2nd 2016
 Equipo Editorialeditorialhistoriaidentidad

En los últimos 12 meses nuestro equipo de trabajo se ha mudado muchas veces. Nuestra convicción de itinerancia irreverente nos ayudó a descubrir que los muebles suelen ser un problema: a veces no son estructuras lo que nos detiene, sino que cuesta desprendernos de los muebles. Una heladera, una mesa, un sillón. Las bicicletas, el piano, un amplificador. A dónde vamos no podemos llevarlos, ¿entonces qué hacemos?

Ocurre espontáneamente, de modo tan imprevisto que es una constante. No esconde segundas intenciones, ni resiste la crítica de un ojo experto: simultáneamente alberga todas las interpretaciones, caja de Pandora de la hermenéutica moderna.

Sumergido bajo la ley del consumo, sobrevive a duras penas el hombre, endeudado a más no poder, comprando para ser alguien dentro del status, dentro de la élite que nos vende la TV, los flashes, los clichés y demases óxidos que carcomen la conciencia del hombre. La clase media -que se le denomina así (y ella así lo cree) porque posee más propiedades que la clase baja- y la clase baja -que se avergüenza de su dignidad- se combaten mutuamente: así resucitan el viejo y macabro sueño de Thomas Malthus, quien a fines de 1700 había propuesto acabar con la pobreza exterminando a los pobres.

Mi fe
Tuesday, July 26th 2016
 Alexandru G. IchimLuchi Sánchezfepoema

Mi fe es una fe oriental. Mi occidente la despedazóEn mi cuerpo, mi alma, mi espíritu.No aprendo el nombre que tanto escucho,Siento el hambre que me es un agravioMas debo saberDe dónde vengo y cómo me llamo.No sé cómo estoyMas debo saber quién soy.

Ellos se preguntan por qué… ¿Por qué, si hablan de amor, no aman?¿Por qué nos piden que nos arrepintamos siempre a nosotros?¿Por qué es pecaminosa nuestra cultura?¿Por qué nuestra sabiduría ancestral no valida como inteligencia?¿Por qué nuestros modos están mal y también nuestras formas?¿Por qué el dios que los acompaña y que no se ve se ensaña con la tierra…… y con los ríos… y con el monte… y todos sus habitantes?¿Por qué se adueñan de lo que no tiene dueño?¿Por qué sus descansos son descansos y los nuestros perezas?¿Por qué están sedientos de poder y no de agua?¿Por qué sus imposiciones esclavizan?¿Por qué indican y no preguntan?¿Por qué su intimidad es cercada y la nuestra expuesta?¿Por qué ofende nuestra desnudez y no sus hipocresías?¿Por qué ostentan vestimentas costosas y comidas suculentas?¿Por qué sus ojos desprecian nuestra piel, nuestras risas y nuestros motivos?¿Por qué sus sobras se tiran y no comparten sus platos?¿Por qué están gordos de egoísmos?¿Por qué nos llaman infelices si ni siquiera ríen?¿Por qué solo son personas los parecidos a ellos?¿Por qué condenan nuestra moral mientras se enseñorean de nuestras niñas?¿Por qué prostituirlas, por la fuerza, ya no es pecado?¿Por qué se pagan con existencias sus caprichos?¿Por qué sus palabras difíciles, y su libro, contradicen sus gestos? ¿Por qué su verdad se tiene que meter forzada en nuestras vidas? ¿Por qué? ¿Por qué pasan los años y todo sigue siendo igual?

Jesús afirma mi valor infinito como hijo de Dios.