Lo que Jesús significa para mí

Tuesday, July 26th 2016  — 
 Desmond Tutúensayoidentidadteología

Jesús afirma mi valor infinito como hijo de Dios.

En Jeremías 1:5 encontramos una extraña declaración. Uno casi diría que Dios no sabía mucho de biología humana. ¿Pero qué es lo que le decía a Jeremías? Le quería asegurar que su llamamiento a ser profeta no era una ocurrencia divina del momento, sino que era parte del plan de Dios desde la eternidad. Y significa que cada uno de nosotros es parte del plan divino, y como tal enteramente único e irremplazable. Algunos de nosotros podríamos parecer meros accidentes, pero no los somos para Dios. Nadie, ni siquiera mi hermano gemelo puede amar a Dios exactamente del mismo modo en que yo puedo amarlo. Cada uno de nosotros es original y único, no una copia al carbón. El día de mi cumpleaños mi esposa me regaló una tarjetita de Darby y Joan. En la parte exterior decía: “Tenemos una relación única y hermosa”; y en el interior añadía “Yo soy hermosa y tú eres único”. ¿Han visto una orquesta sinfónica? Todos están engalanados y hermosos, con sus magníficos instrumentos, cellos, violines, etc. A veces, engalanado como los demás, hay un hombre en el fondo con un triángulo. De vez en cuando el director lo señala y él toca un “ting”. Parece insignificante, pero en la concepción del compositor se perdería algo irremplazable para la belleza total de la sinfonía si no sonara ese “ting”. En la alabanza que asciende hasta el trono de Dios, se perdería algo totalmente irremplazable si tu manera única de amar a Dios. Cada uno de nosotros, dijo Jesús, tiene un valor único e inestimable. Por eso mientras caminaba hacia la casa de Jairo para ver a la hija agonizante, Jesús necesariamente se detuvo para atender a una mujer con hemorragia, o en medio de la multitud se dirigió a una persona en particular como zaqueo. Saben, cada uno de nosotros es un templo, un tabernáculo, un santuario del Espíritu Santo de Dios. Sí, eres un portador de Dios. Dios habita en tí y en mí, por eso es una blasfemia tratar a los hijos de Dios como si fueran cosas, arrancarlos de sus hogares y arrojarlos en desolados campamentos de reubicación. Jesús dice que cuando hacemos algo a quienes él llamó su hermanos más pequeños, a él lo hacemos. mi valor es intrínseco, es parte de mi constitución como ser humano creado a la imagen de Dios. Yo soy un virrey de Dios, ustedes son virreyes de Dios. Magtig, si sólo pudiéramos creer lo que somos, nos comportaríamos en manera muy distinta a la habitual. Quienes sufren la injusticia y la opresión no tendrán que sufrir la mentalidad de esclavos, que se desprecian a sí mismos y andan pidiendo disculpas por estar vivos. Sabrían que son importantes para Dios y que nada que alguien les haga puede alterar ese hecho fundamental. y los privilegiados también se darían cuenta que ellos también importan. Tienen un valor intrínseco e inalienable, y no necesitan acumular posesiones materiales tan obsesivamente para decir “esto es lo que yo valgo”, “esto es lo que yo soy”; ni tendrían que comportarse como matones, una conducta que en realidad es un grito de auxilio, un pedido de reconocimiento. Tendrían que dejar de andar alardeando. Oh Dios, ayúdanos a darnos cuenta que somos importantes, que somos criaturas de tu amor, que nos has elegido en Cristo desde antes de la fundación del mundo. ¡Qué bienaventuranza! ¡Qué éxtasis! Si pudiéramos realmente creerlo el mundo sería revolucionado.

“Esperanza y sufrimiento”, Ed. Nueva Creación. 1988.

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Vivimos hoy en una sociedad en la que existen enormes niveles de miseria. No me refiero únicamente a la miseria material que significan la falta de trabajo, de recursos, de vivienda y de alimento, miseria que sufren millones y millones de hombres, mujeres y niños.Me refiero, principalmente, a la miseria humana del resto de nosotros: de políticos y millonarios, de encargados de empresas, medios de comunicación, partidos, sindicatos e iglesias. Miseria del hombre y de la mujer promedios. De vos y de mí. ¡Miseria nuestra!Sufrimos hoy de una terrible falta de comprensión, empatía, compasión, y lo que es aún peor, de interés.Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas1, el hambre mata más personas que el SIDA, la tuberculosis y la malaria juntas. Alrededor de 800 millones de personas no tienen alimentos suficientes. Casi la mitad de las muertes en niños menores a 5 años son causadas por nutrición deficiente. Más de 3 millones de niños mueren cada año por hambre y causas relacionadas al hambre. ¡1 niño muere cada 10 segundos por falta de acceso a una nutrición suficiente y saludable!Y la verdadera tragedia es que esto ocurre al tiempo que existen suficientes recursos en el mundo como para tratar la desnutrición crónica de millones de personas. Según el informe más reciente de Oxfam, «Una economía al servicio del 1%»2, publicado en enero de este año, para combatir con éxito la pobreza, es ineludible hacer frente a la crisis de desigualdad: los 62 individuos más ricos tienen más riqueza que la mitad de la población mundial, ¡más que unos 3.600.000.000 de personas! El informe también señala que por primera vez se puede demostrar que ¡el 1% más rico de la población es aún más rica que el restante 99%! Y esa riqueza no se usa tanto para ayudar a los más desvalidos (tan necesitados), como se usa para manipular el juego político y económico para seguir recibiendo aún más beneficios, por encima de lo ya acumulado.Ahora bien, me gustaría postular la siguiente idea: aunque existan inmensas cantidades de dinero en circulación, el mundo es inmensamente pobre, inmensamente mísero. ¿De qué sirve tanta riqueza, de qué sirven los millones y millones si hay hombres, mujeres y niños que mueren de hambre, de falta de agua potable, de falta de los recursos más básicos, de falta de acceso a la salud y la educación? ¿De qué sirve que haya tanto si tantos miles y millones mueren cada año, en última instancia, de pobreza? ¡Cuán horrendo es que, existiendo tanta riqueza (y habiendo tanto potencial), los millones y millones almacenados y guardados valen tan poco, ya que quienes más los necesitan se hallan tan lejos de acceder a ellos!Cuando se piensa en asuntos económicos, se suele hacer en términos simples: sabemos que 1.000 pesos son 1.000 pesos. Que 10 pesos son menos que 1.000. Que 1.000 son menos que 1.000.000.Pero… ¿no es claramente evidente que 10 pesos que alimentan a un hambriento son inmensamente más valiosos que 1.000.000 en la cuenta bancaria del individuo más rico?

LaReforma Protestante que deforma el progre tanto.

El reino de Dios
Wednesday, April 19th 2017
 Luis Acostareflexiónteología

Como agrimensor me especialicé en los sistemas de georreferenciación, el más conocido siendo: el llamado GPS. Este sistema responde a una pregunta que nos planteamos con algo de filosófico: “¿Dónde estoy?”

Carta a Diogneto
Wednesday, November 2nd 2016
 anónimoespiritualidadhistoriaidentidad

Autor y destinatario desconocidos. Siglo II. Tal vez escrita por Cuadrato, obispo de Atenas, y dirigida al emperador Adriano, antiguo arconte de Atenas en el año 112.

Dios mío
Wednesday, November 2nd 2016
 Josías Acostafeidentidadpoema

Tanto miedo junto, solo significa paz.Tanta libertad de golpe y no me atrevo a escapar.¿No puedo vivir sin cadenas?No puedo sostener una mentirani puedo entender la ironía:“¿Qué necesidad?”¿Cómo cambiar todo por una promesa?No espero que me entiendan.Tan solo no tiren a matar.

Cuando empecé a escribir y pensar la pluralidad, en cierto marco de ingenuidad, me movilizaban algunas euforias del tono celebratorio que había en torno al discurso del pluralismo. Corrían los últimos años de los 90’ y en mí se proyectaba la imagen de que, despejando ciertos equívocos que se sedimentaban fácilmente en la cultura por el peso de viejos discursos, podían darse unas interesantes relaciones dialógicas entre fe y los otros campos discursivos que “garpan” como preponderantes en la contemporaneidad: arte, ciencia, filosofía. Tenía veintitantos de años, me había leído el abanico de discursos que “asediaban” la modernidad (concepto de Sebrelli), a Feyerabend (principalmente) y los otros filósofos que deconstruían la autoridad “unívoca” de la ciencia (Khun, Lakatos). Había transitado los principales ejes postestructuralistas y observado que era cierto, los fundamentos sobre los que descansaban los últimos tres siglos de conocimiento habían sido relativizados, mostrados como convenciones y construcciones discursivas de un grupo de cerebros. Ideas, que además se habían impuesto con coacción y poder. Había visto Matrix, leído Los invisibles (Morrison), From Hell (Moore), 1984 (Orwell) y varios afines más, todo por la misma época. Sobrevolaba en los aires un cierto entusiasmo intelectual a fines de los 90’, mi interpretación, o apropiación, de esa “celebración” tenía que ver para mí con la instauración del pluralismo como plataforma retórica sobre la cual construir la cultura. La racionalidad estaba buena, buenísima en realidad, pero no era más que una tradición entre otras (Feyerabend).

Editorial #2
Wednesday, November 2nd 2016
 Equipo Editorialeditorialhistoriaidentidad

En los últimos 12 meses nuestro equipo de trabajo se ha mudado muchas veces. Nuestra convicción de itinerancia irreverente nos ayudó a descubrir que los muebles suelen ser un problema: a veces no son estructuras lo que nos detiene, sino que cuesta desprendernos de los muebles. Una heladera, una mesa, un sillón. Las bicicletas, el piano, un amplificador. A dónde vamos no podemos llevarlos, ¿entonces qué hacemos?

Ocurre espontáneamente, de modo tan imprevisto que es una constante. No esconde segundas intenciones, ni resiste la crítica de un ojo experto: simultáneamente alberga todas las interpretaciones, caja de Pandora de la hermenéutica moderna.

El vocablo “espiritualidad” tiene que ver con “espíritu”. Una “espiritualidad” vendría a ser por lo tanto una forma de “ser espiritual”. Y como hay muchas formas de “ser”, entonces podríamos hablar de muchas espiritualidades. Pero para la presente reflexión vamos a concentrarnos en la espiritualidad bíblica, más específicamente cristiana ya que hablaremos de Espiritualidad y Discipulado. No resulta fácil hoy en día unir estas expresiones: tendemos a separar una cosa de la otra. Colocamos a la espiritualidad como una experiencia interior, y al discipulado como una experiencia exterior. Una subjetiva, y la otra objetiva. De allí muchas de las crisis maniqueas o deocetistas que experimentamos actualmente. Vemos que muchas comunidades renovadas de “alta experiencia espiritual”, reflejan en su praxis lo que pareciera a veces una proyección bastante incoherente del Jesús de los evangelios. Otro tanto ocurre en las iglesias más tradicionales, al respecto nos dice Leonardo Boff:

Sumergido bajo la ley del consumo, sobrevive a duras penas el hombre, endeudado a más no poder, comprando para ser alguien dentro del status, dentro de la élite que nos vende la TV, los flashes, los clichés y demases óxidos que carcomen la conciencia del hombre. La clase media -que se le denomina así (y ella así lo cree) porque posee más propiedades que la clase baja- y la clase baja -que se avergüenza de su dignidad- se combaten mutuamente: así resucitan el viejo y macabro sueño de Thomas Malthus, quien a fines de 1700 había propuesto acabar con la pobreza exterminando a los pobres.

Ellos se preguntan por qué… ¿Por qué, si hablan de amor, no aman?¿Por qué nos piden que nos arrepintamos siempre a nosotros?¿Por qué es pecaminosa nuestra cultura?¿Por qué nuestra sabiduría ancestral no valida como inteligencia?¿Por qué nuestros modos están mal y también nuestras formas?¿Por qué el dios que los acompaña y que no se ve se ensaña con la tierra…… y con los ríos… y con el monte… y todos sus habitantes?¿Por qué se adueñan de lo que no tiene dueño?¿Por qué sus descansos son descansos y los nuestros perezas?¿Por qué están sedientos de poder y no de agua?¿Por qué sus imposiciones esclavizan?¿Por qué indican y no preguntan?¿Por qué su intimidad es cercada y la nuestra expuesta?¿Por qué ofende nuestra desnudez y no sus hipocresías?¿Por qué ostentan vestimentas costosas y comidas suculentas?¿Por qué sus ojos desprecian nuestra piel, nuestras risas y nuestros motivos?¿Por qué sus sobras se tiran y no comparten sus platos?¿Por qué están gordos de egoísmos?¿Por qué nos llaman infelices si ni siquiera ríen?¿Por qué solo son personas los parecidos a ellos?¿Por qué condenan nuestra moral mientras se enseñorean de nuestras niñas?¿Por qué prostituirlas, por la fuerza, ya no es pecado?¿Por qué se pagan con existencias sus caprichos?¿Por qué sus palabras difíciles, y su libro, contradicen sus gestos? ¿Por qué su verdad se tiene que meter forzada en nuestras vidas? ¿Por qué? ¿Por qué pasan los años y todo sigue siendo igual?