Sororidad y Fe

Wednesday, May 15th 2019

En distintos puntos del país sigue brotando un movimiento de mujeres dispuestas a repensar y construir nuevos modos posibles de integrar el feminismo con sus prácticas de fe. Mujeres autoconvocadas y de tradiciones cristianas diversas, Paula Martinez y Natalia Rodriguez nos cuentan un poco de sus experiencias con “Sororidad y Fe”.

BUENOS AIRES

En Buenos Aires un grupo de mujeres autoconvocadas decidimos reunirnos para conocer y descubrir las teologías feministas. Convocamos a través de las redes para el 6 de abril y en esa primera reunión, realizada en el Centro Cultural Recoleta, nos presentamos, detallamos nuestros lugares de pertenencia y aprovechamos para conocernos bien. Conseguimos organizar las fechas y las lecturas que vendrán, convenimos en leer “Las mujeres en el movimiento de Jesús, el Cristo” de Elsa Tamez. Por último, acordamos relacionarnos de forma horizontal, priorizando el respeto y el diálogo sincero.

En el segundo encuentro pudimos debatir el texto de la autora y contamos nuestras experiencias en ámbitos patriarcales. Nos permitió poner en palabras muchas cosas que nos están sucediendo, injusticias diarias que nos duelen. Pudimos ver cómo muchas de nuestras vivencias en la Iglesia, tienen que ver con interpretaciones sesgadas de la palabra. También pudimos reconocer a mujeres importantes en la Biblia que están poco visibilizadas. “Desde mi opinión, destaco las enseñanzas de Jesús para las mujeres, viudas etc. Siempre nos defendió y nos colocó en primer lugar en todas las áreas. Desde ese lugar creo que estamos viviendo un tiempo histórico, de gran transformación como feministas, que lleva el sello del amor de Jesús.” comenta Nieves, participante de Sororidad y Fe.

Descubrir que Jesús está de nuestro lado fue reparador para muchas. En este sentido Elsa Tamez afirma: “Jesús no hacía distinción entre mujeres y varones; por el contrario, una de sus características consistió en proponer un orden de vida diferente del modelo jerárquico al que estamos acostumbradas.” Esto nos permitió pensarnos en nuestras relaciones, en todos los ámbitos y repensar las jerarquías que nos oprimen.

─ Paula Martínez

CÓRDOBA

Sororidad y Fe es una especie de salto al vacío, es habitar momentáneamente un no-lugar o tal vez una frontera. ¿Cómo llegamos ahí? Quizás una experiencia en común puede ser la de habernos sentido incómodas, inconvenientes, incluso imposibles en nuestros lugares de pertenencia. Sucede que feminismo y cristianismo se entretejen maravillosamente en muchas de nosotras, sin contradicciones y con renovadas posibilidades de ensanchar los horizontes amorosos.

En Sororidad y Fe nos juntamos para profundizar el conocimiento y la experiencia que tenemos de Dios, problematizar las metáforas que hemos aprendido para nombrarlo y leer textos para interpretar comunitariamente el mensaje que nos deja a nosotras. Vamos descubriendo a las profetisas, a las seguidoras del Cristo y a las apóstoles. Vamos haciendo memoria de nuestras mártires.

Somos además pequeñas asambleas, la palabra circula y brotan acuerdos, nos podemos sentir parte de un proceso que superará los muros que las instituciones religiosas han levantado, que nos permitirá imaginar proyectos más inclusivos y plurales.

La Teología Feminista nos posibilita vislumbrar la liberación de mujeres e identidades no binarias. Estamos atentas a cada nueva clave de interpretación de la Palabra, somos receptáculos activos. Nuestra conciencia despierta cada vez más crítica, no tan ávida de fórmulas resueltas como de nuevos abismos en los que aventurarnos.

Sororidad y Fe en Córdoba es un espacio itinerante, vamos de casa en casa, de barrio en barrio. Hay mujeres de tradiciones católicas y evangélicas, de diferentes profesiones y saberes, de varias experiencias de compromiso social y de diferentes lugares del país. Junto a las compañeras de Buenos Aires comenzamos con la lectura del libro de Elsa Tamez.

Esperamos que estos espacios se multipliquen, que podamos llegar con esta invitación a más mujeres que hoy estén buscando una ronda a la que sumarse, un “¡bienvenida!” entusiasta, unos mates calientes, una mesa servida, y una fiesta de la Palabra.

 ─ Natalia Rodríguez